Gente Y Gente

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Anonim

Lo que sucede en psicoterapia se puede dividir en dos partes, la parte del terapeuta y la parte del cliente. Sí, juntas, estas dos partes forman un todo, llamado alianza terapéutica, que sirve como requisito previo para los cambios deseados en el cliente.

La alianza incluye dos personas, dos personalidades con su propio conjunto de características, dos unidades independientes.

Por un lado, está un cliente, con sus vivencias, expectativas y con su vida multifacética y única, y él, y solo él, puede ser un experto y el mejor guía de su vida.

Por otro lado, hay un psicoterapeuta. Él, como el cliente, también está dotado de su propio conjunto de características y también tiene una red de sus propias preguntas y sus respuestas.

Se cree que la psicoterapia en su forma pura no implica "transferencia y contratransferencia" de lo que tiene el psicólogo a lo que tiene el cliente y viceversa.

Ver a una persona frente a ti y al mismo tiempo ser una persona tú mismo. Dirija un diálogo, no una discusión. Muestra empatía.

Funcionar al borde de la función humana. Por un lado, un psicoterapeuta es una persona, por otro lado, realiza una determinada función de espejo en psicoterapia. En el espejo, estamos acostumbrados a ver nuestro reflejo, sin distorsión.

En todo esto hay un cierto elemento de dualidad, cuando eres a la vez persona y función (espejo) al mismo tiempo. Sí, en este caso, el espejo no puede perder sus contornos y formas humanas, y no puede reducirse únicamente a funcionar, ya que él, un espejo, evoca sentimientos y emociones por su misma presencia. No se puede decir lo mismo de un objeto funcional real.

Esta faceta, animado-inanimado, función de la personalidad, me hace pensar y sentir, ¿dónde está, esta media áurea, dónde está ese estado en el que será posible permanecer en el estado condicional de la dualidad onda-partícula, estar ambos al mismo tiempo? al mismo tiempo.

Ésta es una cuestión moral y ética muy interesante.

El cliente acude a un individuo y recibe ayuda funcional. El cliente quiere comunicarse con una persona, pero con una persona que realiza la función.

Lo más interesante y paradójico de la psicoterapia para mí es que existe la posibilidad de "transferencia-contratransferencia" y hay una comprensión de cómo no entrar en esta área. Equilibrarse en el borde, como un acróbata sobre un abismo, caminar con suavidad y confianza, no sucumbir a la influencia de los vientos y el miedo a caer en el abismo de la conciencia de otra persona. Este es un lugar muy cargado de terapia.

Sí, hay momentos en los que te caes o te caes, y en ambos casos te golpeas dolorosamente contra el suelo o el techo. La sensación de un golpe en la cabeza, notado a tiempo, ayuda a orientarse y ponerse de pie. Lo principal es captar estos sentimientos, notar que ya no estás donde deberías estar. Hay ocasiones en las que un psicoterapeuta, tan absorto en sí mismo, se olvida de quitarse el casco o la corona dorada de la cabeza, y esta misma caída hacia arriba adquiere los rasgos de un prolongado estado de suspensión en el que es agradable llegar.

A veces, la línea se difumina y el flujo de la gloria narcisista, mezclado, lleva al psicoterapeuta a las orillas de la singularidad fabulosa, a las tierras lejanas de la prosperidad y su propia grandeza.

En esta profesión, es muy difícil ser quien podría ser y no ser quien le gustaría llegar a ser.

Quizás, ahora he desarrollado un entendimiento por mí mismo de que como psicoterapeuta, en primer lugar, tengo un entendimiento de mí mismo, quién soy, dónde estoy, cómo soy. Esta comprensión me da la oportunidad de verme a mí mismo en este mundo y comprender lo que soy y que hay alguien más, que es mío y no mío. Comprenderte y sentirte a ti mismo te permite comprender y sentir a los demás. Este sentimiento, está al borde, una persona-persona, este entendimiento, está al borde, una persona-persona, y en ese límite para mí se desarrolla el trabajo de un psicoterapeuta.

Cuando un cliente entra en terapia, por lo general no tiene dudas sobre cuán moral es el terapeuta o cuán dispuesto está a ser "inerte" con el cliente. Todo esto se vuelve claro en el curso de la terapia, cuando el cliente tiene algunos pensamientos y sentimientos sobre él con este terapeuta.

La sensación de armonía no se puede fingir. Un sentido de aceptación y comprensión, un sentido de uno mismo, es lo que el cliente puede obtener en la terapia, y esto es lo que puede brindar un psicoterapeuta, un psicoterapeuta humano.

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