2024 Autor: Harry Day | [email protected]. Última modificación: 2023-12-17 15:43
Seguimos siendo esa generación, que sabemos amar, vivir con sentimientos y apresurarse a ayudar a la primera pista. No importa quien. Ya sea un extraño, si necesita apoyo, una hermana, una prima, una amiga, un padrino con quien, quizás, alguna vez no estuvieron de acuerdo.
¡Somos sinceros!
Estaremos encantados de acudir al rescate para empapelar o cuidar niños, ayudar a reorganizar los muebles o ir a la casa de campo a recolectar frambuesas. Además, lloraremos entre nosotros en un chaleco sobre un vaso de té fuerte. No porque no tengamos la oportunidad de contratar a un especialista, sino porque valoramos las relaciones.
¡Somos francos!
Habiéndonos conocido por casualidad en la calle, es más probable que dediquemos tiempo a charlas importantes, sin olvidarnos de contar y preguntar sobre hijos, nietos y otras situaciones cotidianas. No por el exceso de tiempo, sino por el valor del encuentro.
¡Damos la bienvenida!
Valoramos la amistad y sentimos el dolor de la traición. No porque sean dependientes, sino porque son receptivos.
¡Somos vulnerables!
Siempre seguimos nuestro corazón y no tenemos miedo de amar. Nuestras conexiones no terminaron con una aventura de una noche. Nos tocamos con almas y sufrimos una ruptura. No entendemos caminar al margen del amor.
¡Somos conmovedores!
Estamos impresionados por las imágenes artísticas, la buena música, el plástico corporal, la película profunda. No estamos limitados en imaginación cuando digerimos la experiencia que se apoderó de nosotros. No tenemos miedo de volver a exponer nuestro corazón, aunque sabemos que se puede romper muy fácilmente.
¡Somos generosos!
Ponemos pernos, tornillos y otras cosas pequeñas en una caja separada, sin usarlos en el futuro. No por silogomanía. Lamentamos que esté tirado. Verá, lo siento por él. Tenemos sentimientos por estas mechas.
¡Somos cordiales!
La ropa de cama blanca como la nieve, presentada por mi madre para la primera boda, sigue funcionando según lo previsto, junto con la nueva, que ha reemplazado a cientos de sus predecesoras. No por la memoria. Es real. Despierta experiencias.
¡Somos sentimentales!
Al tomar una foto, no probamos cientos de poses ni creamos miles de tomas para elegir una. Posamos una vez e hicimos varias copias para regalar a nuestros seres queridos. De la sinceridad, y no para mostrarse a millones de extraños.
¡Somos auténticos!
Preferimos la actividad profesional a la que radica nuestra alma. Nuestros padres no tuvieron que elegir una institución educativa para nosotros dependiendo de la disponibilidad de dinero. Por eso, amamos y sabemos trabajar.
¡Somos dignos!
Devolvemos el dinero al vendedor si cometió un error en el cambio. Damos paso a mujeres embarazadas y mayores por nosotros. Dejamos pasar los coches por el paso de peatones por respeto al conductor, no por desconfianza hacia él.
¡Somos decentes!
Nos deslizamos por un tobogán de nieve con deleite, nos deslizamos en movimiento a través de charcos helados, preferimos una bicicleta a un automóvil, damos paseos, caminamos bajo la lluvia sin paraguas.
¡Somos impresionables!
Damos de comer a los gatos callejeros y volvemos a la tienda por una salchicha para un perro callejero, expresando su pesar sin disimulo y sus palabras de apoyo. No porque deba ser así, sino por la emoción interior.
¡Somos emocionales!
Nos dedicamos al tango y bailes orientales. Visitamos estudios de yoga y entrenamientos psicológicos. Entendemos la jerga juvenil y, a veces, la usamos. Estamos felices de aprender cosas nuevas, dominar los programas de computadora y los dispositivos emergentes. No por una tendencia de moda, sino por un profundo interés natural.
¡Somos excitables!
Buscamos el sentido de la vida y el amor para filosofar. Leemos libros significativos, plantamos flores, bromeamos con facilidad e ingenio. No disfrutamos de un cóctel en una tumbona junto al mar, sino de la emoción, la creación y la creatividad.
¡Somos verdad!
Todo ha cambiado en unos 20-30 años.
Entrando en la vida actual, chocamos con la frialdad y la formalidad del mundo, cuya prioridad es el bienestar y la paz. La humanidad ha perdido sus juegos de equipo en el patio, los increíbles recuerdos de la infancia, la comunicación sincera y la calidad de las relaciones. Desaparece la transmisión del conocimiento sagrado, que pasa directamente de persona a persona, de alma a alma, de “lo divino en mí a lo divino en ti”. Las realidades nos rodearon de un muro de hormigón armado de infantilismo e indiferencia. Nuestras emociones rebotan en el monolito y necesitan estar a solas con ellas.
En el cruce de la transformación universal, con una especial pesadez espiritual, encontramos la mitad de nuestra vida.
sí. La humanidad será diferente. La evolución seguirá su camino elegido. Solo que ahora sin nuestro toque de cercanía.
Aunque, quién sabe….
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