"Vamos A Reír, De Lo Contrario Todo Es Demasiado Serio" O Una Historia Muy Poco Divertida

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"Vamos A Reír, De Lo Contrario Todo Es Demasiado Serio" O Una Historia Muy Poco Divertida
"Vamos A Reír, De Lo Contrario Todo Es Demasiado Serio" O Una Historia Muy Poco Divertida
Anonim

- Vamos, ¿te haré reír hoy? - ofreció el cliente - Recordé una historia divertida de mi infancia. Una historia muy divertida. Cuando hablo, todos se divierten. Y luego sale todo de alguna manera serio en esta terapia.

Y contó cómo, a los diez años, entró en una tienda, donde bajo el letrero "Samplers" entre las lonchas de queso por alguna razón había una barra entera de chocolate en un paquete. El niño recogió los víveres de acuerdo con la lista que le dio su madre y puso la barra de chocolate en la bolsa "Después de todo, las muestras son gratis". El chico pagó todo menos el chocolate. El vendedor no dijo nada, solo miró al chico irse. La ciudad es pequeña, todos se conocen. Hacia la noche, un coche de policía con sirena se detuvo en la casa. Su padre la estaba esperando. El policía saludó y pidió llamar al niño. El niño, sin embargo, dijo que lo arrestaría por robo y lo esposó. Subieron al niño a un coche de policía, lo llevaron a la comisaría y lo esposaron a una silla. Un alguien invisible estaba gritando detrás de él. Gritó "Yo también robé y ahora estoy aquí". El niño no entendía por qué y por alguna razón esto era todo y tenía mucho miedo de que el borracho lo alcanzara. Solo cuando, cerca de la medianoche, el niño fue llevado a su casa y el policía en el auto dijo que robar chocolate también es un robo, el niño comenzó a entender algo.

- Y lo curioso es que desde entonces no vuelvo a comer chocolate, ni siquiera una tarta con crema de chocolate - resumió el cliente.

Cuando el cliente contó esta historia, se rió de buena gana. Disfrutaba de los detalles de la historia, haciendo hincapié en el rostro divertido y estupefacto que tenía cuando tenía diez años.

Escucho con atención, me duele el alma y me salen las lágrimas. Miro la cara del cliente. Algo anda mal en la cara, algo no armoniza. Los labios se estiran en una sonrisa, pero más altos … Los pliegues mímicos se congelan como si estuvieran paralizados. No hay arrugas divertidas alrededor de los ojos que provengan de una sonrisa sincera. Y los ojos … Los ojos no son nada graciosos. En mis ojos veo dolor helado, miedo y lágrimas no derramadas. Ese niño de diez años acechaba allí

“¿Por qué no te ríes?” Pregunta el cliente. “¡Es una historia muy divertida! Qué tonto fui.

En respuesta, hablo de mi dolor, de la imagen del niño que presenté. Que esposar a un niño no tiene gracia.

- ¿Crees que esto no es gracioso? ¿Sientes el dolor de la historia? El cliente guarda silencio. Yo también estoy en silencio …

- Padre, al parecer sabía, le dijo el dependiente de la tienda - dice pensativo el cliente después de un largo silencio. Ya no se ríe. La sonrisa se va, reemplazada por una expresión de tristeza.

- ¿De alguna manera no pensé antes por qué estaba esperando ese coche de policía? ¿Por qué la madre, con su eterna curiosidad, ni siquiera salió a preguntar por qué había venido la policía? ¿Por qué nadie dijo cómo es? ¿Por qué no me preguntó? Diría que no pensé que estuviera robando. Toda la noche no supe por qué me habían llevado …

Hay un largo trabajo por delante: hacer esta historia, comprender y aceptar, llorar lágrimas por este niño … Y tal vez por primera vez en muchas décadas probar el chocolate.

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