El Psicoanálisis Tiene Rostro De Mujer

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El Psicoanálisis Tiene Rostro De Mujer
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Anonim

Estamos acostumbrados a asociar el psicoanálisis con una imagen masculina extremadamente clara, casi fuera de toda duda. Solo ocasionalmente este punto de vista fundamental se proyecta en las sombras de personalidades desesperadas y de "superioridad disfrazada" como Horney. Pero no se trata de celos ni siquiera del pene. Y sobre la imagen del analista

Somos tan estáticos en nuestras asociaciones sobre un plátano, un cigarro y otros objetos oblongos y no los más delicados que ponemos la imagen del terapeuta en un segundo plano, creyendo que es más importante y más importante dar una interpretación y delinear su límites y papel en la vida del cliente. Pero la imagen (lectura - posicionamiento) del terapeuta no es el componente menos significativo.

Nos parece que interpretar, dar un nombre exacto a lo sucedido, es lo más importante. Y esto es cierto, pero no del todo. Lo más importante, lo más difícil, es admitir (hola, narcisismo) que el hecho de la recuperación de un cliente no siempre depende solo de la precisión de la aplicación de una técnica en particular. Pero, en mayor medida, depende de cómo el terapeuta ve la "recuperación" en sí misma y cómo traza el camino hacia ella. Porque si el terapeuta se esfuerza por curar, no logrará curar. Por otro lado, si este impulso se contiene y la curación se considera una ventaja adicional que generalmente es independiente del terapeuta, entonces existe una mayor probabilidad de que los síntomas desaparezcan y el cliente se sienta mejor. Y estoy convencido de esto: el deseo del psicoanalista de comprender y curar excluye estas posibilidades para el cliente.

Por tanto, el analista debe estar en un estado especial de preparación para la sorpresa. Esta actitud del terapeuta ante lo que está sucediendo es lo que Lacan llama "apariencias". Y la visibilidad en este caso es la antípoda de la artificialidad. Es más bien una actitud hacia uno mismo, y no una postura ocupada artificialmente en presencia de otros. La visibilidad aquí es un intento de empezar de nuevo, de deshacerse de las expectativas conscientes, de convertirse en una hoja de papel en blanco sobre la que escribir. Y esto no es tan fácil de hacer (digamos hola al narcisismo de nuevo). Necesita aprender a dejarse tomar por sorpresa, "retratar el olvido", "retratar a un tonto", sin importar lo grosero que pueda parecer. Y aquí es precisamente el género femenino lo que importa, porque veo una conexión directa entre feminidad y visibilidad. Dejame explicar.

Estoy seguro de que la posición femenina se expresa precisamente en la forma de ocultarse, no tanto para desaparecer para los demás, sino para esconderse castamente de sí misma. Y este gesto es tan involuntario que parece una extensión natural del propio cuerpo. El engaño es un estado de feminidad. Una feminidad que se dirige a sí misma y no a otra persona.

Existe una gran diferencia entre masculino y femenino en términos de engaño. Hablando de femenino y masculino, me refiero, en primer lugar, a la peculiar actitud de todos (sin estar atados al género) hacia su propio cuerpo y la forma específica de enmascararlo. En otras palabras, son dos formas diferentes de demostrar y encubrir el placer. Cuando una mujer esconde algo, primero se lo esconde a sí misma, sin preocuparse realmente por el otro, abriendo así el velo del secreto. Mientras que un hombre, si está escondiendo algo, lo esconde principalmente de los demás. Lo hace con tanta diligencia que tanto el proceso como el gesto del disfraz se vuelven demasiado obvios. En otras palabras, cuando una mujer esconde algo, crea un misterio, dejando lugar a la sorpresa, mientras que un hombre disipa el misterio, estrangulando todas las preguntas de raíz. Y aquí una cosa más es importante: las palabras "hombre" y "mujer" deben entenderse como el puesto (masculino o femenino) que ocupa una persona, independientemente de su género.

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