Completando Una Historia De La Infancia

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Video: La historia en la infancia 2024, Mayo
Completando Una Historia De La Infancia
Completando Una Historia De La Infancia
Anonim

Hubo una historia así en mi infancia …

Fue con mi abuela en el pueblo

Todos los veranos mis padres me enviaban con mi abuela.

Mi abuela vivía en el Volga entre Kazán y Nizhny Novgorod, luego todavía Gorki.

Ese verano tenía 13 años y teníamos una empresa. Mi amiga y yo, que también fuimos a visitar a su abuela y a los chicos de la localidad. Y pasamos todo el tiempo juntos.

Nadaron y tomaron el sol en la playa. Jugaron diferentes juegos. "Gorila", "Patatas", "Cuanto más silencioso estés, más lejos estarás", etc.

Y un día esta empresa y yo nos reunimos para encontrarnos con el amanecer.

Y debo decir que conocer el amanecer en el Volga fue muy hermoso y romántico.

El Volga en ese lugar era ancho, la orilla era arenosa. En general, ¡solo un cuento de hadas!

Nos juntamos. No recuerdo lo que le dije a mi abuela que volvería más tarde, o que no dije nada solo por la mañana … Pero no recuerdo …

Y así nos juntamos, bromeando, riendo, nos divertimos tanto que somos libres, somos casi adultos.

Llegamos a la orilla del Volga, encendimos un fuego …

R-o-m-a-n-t-i-k-a-a-a-a-a …

Nos sentamos, hablamos, sobre todo bromeamos y nos reímos.

¡Fue grandioso! ¡Sentí una especie de alegría, entusiasmo e inspiración! ¡Me pareció que el hecho de que nos encontremos con el amanecer es tan maravilloso y maravilloso!

Estaba feliz …

Y luego todos empezaron a irse a casa …

Yo y un chico al que le gustaba, y él también, nos quedamos en un banco al lado de mi casa.

Y torpe, juvenilmente avergonzado, me besó en la mejilla …

Y yo era tan inocente y para mí un beso en la mejilla era algo sumamente inusual y hasta algo vergonzoso … Y yo, confundida y avergonzada, le dije: "Bueno, ¿por qué hiciste eso?"

Se sintió aún más avergonzado y comenzó a pedirme perdón. Me arrodillé y comencé a pedir perdón … Estaba confundido por todo esto y no sabía cómo comportarme …

Luego, después de un tiempo, nos despedimos de él y me fui a casa.

Dormí en el pajar ese verano.

Y atravesé la puerta hacia el patio de la casa de mi abuela y comencé a subir la escalera hasta el pajar.

Y luego salió mi abuela. Y empezó a jurarme que yo andaba por ahí y que era … una prostituta … Me gritaba: "¡Prostituta, estás andando con los hombres!".

Al escuchar esto, rompí a llorar … Y le dije que no salía con nadie, que mis amigos y yo conocimos el amanecer. Pero ella no me escuchó e insistió en que yo era una prostituta …

Sollozando, me subí al pajar y seguí llorando de resentimiento por el hecho de que mi abuela me llamara una palabra tan insultante. Que ella piense tan mal de mí … Lloré mucho tiempo y no había nadie que me consolara … Era desagradable que mi abuela pensara tan mal de mí … Estaba enojado porque no me escuchó … Estaba muy herida y sola por no estar con nadie, no puedo compartir mis sentimientos y experiencias … Me sentí de alguna manera sucia por las palabras de mi abuela … Me sentí muy mal …

Al día siguiente tuve que irme a casa …

Nunca volví a ver a este chico …

Y luego mi abuela me ofendió tanto …

Han pasado los años. Y solo años después, cuando ya había aprendido a ser psicóloga, me di cuenta de que mi abuela me gritaba por su miedo por mí, por su ansiedad de que me pasara algo, y debía responder a mis padres.. Por su enojo por no haber venido antes, y estaba muy preocupada por dónde estaba y qué me pasó …

Antes de ese chico, después me arrepentí de haberle dicho así y de que se sintiera culpable. Aunque, por supuesto, no fue culpable de nada. Éramos niños inocentes …

Tal fue la historia en mi infancia adolescente …

Resultó estar entretejido con tantos sentimientos contradictorios por mí … Y la alegría y el deleite de conocer el amanecer. Y un sentimiento de simpatía o incluso de enamoramiento. Y confusión y vergüenza desde el primer beso. Y la amargura de las palabras de la abuela …

Al recordar esta situación ahora, siento esa simpatía por mí mismo. Mucha simpatía.

Me gustaría decirme a mí mismo que: “Larisa, querida, el hecho de que llegaste tarde a casa no significa que seas una prostituta. ¡Eres agradable! Y lamento mucho que la abuela te haya hablado así. No le creas, todo está bien contigo, todo está bien.

Y a mi abuela, me gustaría decirle: “Abuela, me enoja que me hayas llamado una palabra tan sucia e insultante solo porque llegué tarde. Me entristece que me hayas llamado así y hayas dicho eso de mí. Lamento que no hayas podido encontrar otras palabras para decir que estabas preocupado por mí. Y perdóname por haberte preocupado sin saberlo. Entonces no pensé en eso. No pensé en absoluto. Y no quería que te preocuparas por mí.

A ese chico, me gustaría decirle: “Lamento haberte dicho eso. Yo mismo estaba confundido por tu inocente beso. Perdóname por golpearte sin saberlo con algo.

Con estas palabras, completo esa situación por mí mismo.

Con qué frecuencia sucede que en la infancia un niño se queda solo con sus fuertes sentimientos y pensamientos sobre sí mismo, las relaciones con otras personas cercanas. No tiene a nadie con quien compartir sus experiencias.

Y qué importante es para un niño que un adulto le diga que todo está bien para él, que él es bueno. Para que algún adulto pudiera compartir con él aquellas experiencias que el niño es tan difícil e incomprensible y difícil de afrontar.

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