Hombre Y Mujer

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Video: Hombre y mujer Felipe Garibo 2024, Abril
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Anonim

La mujer se sienta junto al hombre en el sofá y atrae su atención hacia sí misma. Ella lo mira lánguidamente, examina, sondea, corriendo un poco por delante lo abraza, lo mira a los ojos y lo impregna de su poder de pensamiento. Ella está llamada a estar junto a él en el dolor y la alegría, ellos están llamados a estar con ella en la riqueza y la pobreza, están juntos y se miran el uno al otro.

Un hombre está lleno de determinación y fuerza, quiere correr más allá del horizonte e incluso puede llevar a un par de personas con él en el camino, si, por supuesto, lo siguen. No hay mapa, la dirección la adivinan las estrellas, y por qué todas estas pequeñas cosas, cuando en el cofre hay un fuego ardiente de una hoguera eterna para los héroes caídos en la carrera por el éxito. Un hombre se lanza precipitadamente por las barricadas que avanzan en el campo de la eterna batalla de don Miguel Cervantes, por el derecho a ser el primero en perforar la brecha invisible en las cuchillas del molino que muele a todos sus antecesores en harina de huesos con una lanza. Hay esfuerzo, hay fuerza, la mente puede no ser suficiente, pero esto no es lo principal, lo principal es que hay una meta, y no siempre es lo principal.

Una mujer se sienta a su lado y con toda su apariencia demuestra que está dispuesta a ayudar a un hombre en todo y compartir sus penurias, labores, preocupaciones y, si es posible, éxito y gloria. Una mirada dulce llena de amor y adoración se desliza sobre un antebrazo fuerte, subiendo hasta el hombro y deteniéndose en un cuello poderoso con una arteria palpitante. La vida late en él y estas ondas la hacen temblar junto a él. Ella está lista, ahora mismo, y comenzará a ayudar a construir un futuro brillante y a sombrear el pasado oscuro, blanqueándose los dientes y pintándose las uñas, señala con un gesto decisivo la presencia de problemas y formas de eliminarlos. Un dedo que señala con un anillo de diamantes de oro colgado no puede estar equivocado. No hay sombra de duda, tiene razón.

El hombre la mira con atención y penetración, su mirada se nubla, la agudeza se derriba y se esparce sobre millones de otros corazones que laten al unísono con la vibración del motor de su preciosa máquina. Caballos de fuerza, centímetros, unidades de medida, kilogramos y minutos, todo esto es el límite del funcionamiento de sus constantes vitales. Cree firmemente en su fuerza y aplicabilidad fuera y dentro de su morada de poder e influencia. Hay tantos criterios y tan pocas respuestas, trata de ser fuerte e inteligente, entiende que cada día es un desafío, sabe que mañana puede que no sea tan convincente como hoy, lo entiende todo y todavía se levanta y camina. Allí, en el horizonte, le esperan grandes victorias y recompensas por el esfuerzo, y aquí espera y con celo reforzar la consolidación de convicciones en la conciencia y la mente de los triunfantes de la vida cercanos.

Una mujer dirige el flujo de su energía y sentimientos a una sola buena acción para un avance general hacia la ingravidez de la independencia de la carga terrenal del ser. Ella sabe cómo hacerlo mejor. Dirige su mirada hacia los labios y los ojos, los mira y sonríe con sinceridad. Lo que ella quiere hoy ciertamente se hará realidad mañana, no puede ser de otra manera, de lo contrario no hay magia ni confianza. Ella lo llena de su calor, lo deja en sí misma y en sí misma solo por un tiempo, para descansar y recuperarse, que luego será nuevamente desperdiciado y esparcido en el mundo de reflejos mágicos y resplandores irreales de ídolos artificiales. Ella exuda todo esto de sí misma solo para él solo, y él toma y toma, no todo es suficiente para él, necesita más y más. La corriente no se detiene. El cielo es tan generoso con la luz, el frío y el vacío.

El hombre se acerca a su mano para sentir una vez más el calor de su cuerpo. Ella está llena de sí misma en ella y se apresura a asumir nuevamente todos los pensamientos y acciones que tal vez no se hayan realizado. Paso a paso, alejándose de ella, va perdiendo ese sentimiento de su calidez y cariño, y moviéndose tan lejos que se detiene y se congela en la indecisión, buscando en el espacio esa calidez de una estrella que lo conducirá a una meta que se desconoce dónde.. Cambiando de rumbo y puntos de referencia muchas veces, siempre va hacia ella, sin darse cuenta, a aquella de la que una vez partió por primera vez, y por la que siempre será el primero y más querido. El calor se disipa, el objetivo no es visible, las manos que dan caen y los ojos se oscurecen. No queda nada. Solo movimiento perpetuo.

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