2024 Autor: Harry Day | [email protected]. Última modificación: 2023-12-17 15:43
Este texto no contendrá recomendaciones psicológicas ni métodos de lucha. Dejaré mis pensamientos aquí.
Cualquiera que viva lo suficiente en la tierra llega a la mediana edad. Sin embargo, nos sorprende cuando llega nuestro turno: “¿Y yo, luego para qué?”. ¿Qué le he hecho mal a este mundo? Ella se esforzó, se estiró, trabajó, crió hijos, crió. No deseaba hacer daño a nadie, ¿y ahora qué? ¿Todo?
Independientemente de lo que entremos en esta crisis, con el divorcio, el trauma, la etapa del "nido vacío", la enfermedad o gradualmente, de alguna manera perdemos el rumbo. Técnicas que una vez motivadas ya no son adecuadas. Estamos abrumados por la imposibilidad de recomponernos y empezar desde el principio, como lo hacíamos antes. Nos parece que nos enfrentamos a los mismos obstáculos, solo que ahora, nos damos cuenta de que el tiempo se acaba. El vector de la conciencia se mezclará desde el momento actual hasta la hora que se nos asigne.
La mitad de la vida es la destrucción. Ya no sabes quién eres. Todo lo que se consideraba natural se derrumba. El trabajo no tiene sentido, las relaciones se rompen, los placeres no agradan. Y en algún momento caemos. Nos guste o no, la mitad de la vida es el espacio, cuando el universo susurra: “¡No lo arruines!”. Mientras nos vemos tomar una decisión entre quedarnos allí o renacer.
Esta es una crisis del alma …
Somos muy conscientes de la existencia de una crisis de la mediana edad, pero tenemos poco conocimiento de qué es, cómo vivir con ella, qué hacer con ella.
Incluso si la crisis de la mediana edad no es una etapa muy dolorosa, sino solo una transición suave. Lo que sea que designe, pero aún causa cambios que una persona ya no puede controlar. Y no solo psicológico, sino también externo.
Hasta ahora, nadie ha esbozado esquemas, métodos, modelos de superación constructiva o métodos de apoyo psicológico para una persona en un período determinado. Pero esto también es parte de la ontogenia. Y no estamos preparados para tal gira.
Si te escapas, él te alcanzará, se detendrá, te adelantará, se congelará, lo entenderá, no prestes atención, te sacará de la realidad. Y luego permaneces insepulto hasta tu muerte. Como dice la famosa cita de Benjamin Franklin, "Mucha gente muere a los 25, pero solo van a la tumba a los 75". No quiero…. La perspectiva de permanecer muerto de 50 a 80 me parece bien, muy triste.
Las crisis de niños y adolescentes se han estudiado desde el principio hasta el final. Sabemos cómo comportarnos con un niño. Conocemos las crisis de su desarrollo por meses e incluso días. Pero una crisis de la mediana edad requiere estrategias diferentes, no solo psicológicas, sino también espirituales, que difieren de las que eran útiles en las primeras etapas de la vida.
Las recomendaciones que nos ofrecen los medios de comunicación se reducen a llamadas: añadir actividad física, seguir una dieta equilibrada, descansar más, cambiar de profesión.
¿También crees que esta no es una opción?
Hasta este momento, no tuvimos ni la oportunidad ni el tiempo para hacernos importantes preguntas existenciales. Trabajamos, formamos una familia, criamos hijos e hicimos una carrera. Como resultado, tenemos lo que tenemos. ¿Y es todo?
No.
Ya estamos apretujados en valores colectivos comunes, en la forma de vida impuesta por el medio ambiente. Hemos madurado. Ya no estamos satisfechos con las creencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. No favorecen el desarrollo de nuestra verdadera identidad.
Estamos listos para el despertar espiritual que merecemos a través de las experiencias que tenemos al final de nuestra primera edad adulta. Después de todo, cada uno de nosotros, en algún lugar del tesoro del alma, tiene un lugar que existía antes de nuestro primer aliento y permanecerá allí después de nuestro último aliento.
Partiendo de la mitad de la vida, me parece que somos dignos de desplegar este tesoro para descubrir nuestro verdadero "yo", un comienzo profundo, la base desde la cual el segundo, superando a la anterior, nueva parte de nuestra vida. Ser formado. Por el bien de ser quienes nacimos para ser, para ser una expresión única de nuestro ser más profundo. Abrir todo el abanico de placeres que nos esperan, si no nos rendimos a los complejos procesos de transformación. Si no nos disolvemos ante la necesidad interior de crecer, y no solo envejecer.
Después de todo, ya no tenemos un futuro indefinido e infinitamente extensible por delante.
¡Hablemos!
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