Matar A La Sociedad

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Video: La Rosa de Guadalupe: La sociedad se une ante la tragedia | Héroes… 2024, Mayo
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Anonim

La sociedad a veces nos eclipsa tanto con sus demandas de sí misma, de sus verdaderas necesidades, de su camino individual, de sus propias elecciones, que rompe la personalidad y el destino de una persona de rodillas. Los programas introducidos en nuestra cabeza por nuestros antepasados, las expectativas de nuestros antepasados, nos obligan a caminar a través de las células, sin traspasar los límites de los requisitos y expectativas extraterrestres y extraterrestres.

Muchos de nosotros no sabemos lo que queremos y, nos engañamos, se sienten inferiores, sin casarse, sin tener un hijo, sin abrir su propio negocio, sin comprar un auto y apartamento, sin pensar mucho en sus verdaderos deseos, no Estar preparados para lo que la sociedad espera de nosotros, nuestros padres, amigos, no vivir sus propias vidas y ocultarnos a nosotros mismos que todo esto "no es mío".

Es demasiado valiente para una mujer, un hombre, decirse a sí misma y a la sociedad que "no quiero una familia y niños", pero quiero hacer dibujos o hacer eventos para niños y adultos, "no quiero tener hijos". casado, pero quiero vivir solo, viajar por el mundo y estudiar filosofía u otras culturas”,“no quiero todo lo que tú quieres de mí, es importante para mí escucharme a mí mismo ya mi voz interior”. Pero …, es tan difícil llegar a este coraje y dejar de avergonzarse de sí mismo y esperar la condena de su alteridad. Después de todo, en la sociedad, como dicen: si no está casada, entonces algo anda mal con ella, ¡pero quién la necesita! ¡Y esto se considera la norma!

Pero esto es una especie de espejo, porque a veces, la gente, temiendo la condena, temiendo no ser de utilidad para nadie, vive durante años en relaciones tóxicas, sufriendo y enferma. ¿O tal vez sea al revés? ¿Es esta falta de relaciones y soledad la norma? Pero entonces, la sociedad dejará de multiplicarse y la humanidad se extinguirá. Es difícil criar a un niño sola, pero se necesita una pareja para dar a luz. Entonces vivimos de instintos y violencia. Y lo peor es que morimos de esta tolerancia a la violencia, aguantamos el box y enfermamos, nos vamos antes de tiempo, nos volvemos locos y enloquecemos a nuestros hijos.

He visto muy pocas madres en mi vida que estuvieran realmente preparadas para la maternidad, pero he visto tantas madres y padres que declararon "niño tan esperado", pero al mismo tiempo el mismo niño se interpuso en su camino y lo rechazaron. de todas las formas posibles. Yo misma no estaba preparada para la maternidad, pero la sociedad me hizo, como a muchas de nosotras. Tampoco estaba preparada para casarme, pensando, como muchas niñas, que un marido es algo así como papá y mamá. Y mientras pensaba eso, mis matrimonios se vinieron abajo.

Ahora me dedico a la terapia, durante la cual aparece en las personas algo que la sociedad no agradece: en lugar de un falso yo, un verdadero yo: la gente devuelve el derecho a ser ellos mismos a los 30, 40 e incluso 50, cuando la mayor parte de su vida han sido vividos. A menudo repito las palabras: no hagas nada si no quieres, pero ¿cómo es posible que la madre del bebé se dé cuenta cuando los primeros tres años solo tienes que hacer lo que tú no quieres? En general, la alegría de la maternidad está solo en la conciencia y en la elección consciente de la renuncia por amor al niño. ¿Pero la sociedad nos advirtió sobre esto?

La alegría del matrimonio no está en el hecho de que ayudarán, apoyarán (se trata de mamá y papá), sino en la libertad de elección que te da otra persona, libertad que nadie invade, escondiéndose detrás de un sello en el pasaporte, la libertad de hacer lo mejor para una pareja de forma totalmente voluntaria lo que eres capaz de hacer, sin pensar en cuánto te devolverán después, sin miedo a perderlo, no por culpa, sino por amor.

La alegría de una relación es cuando no se extorsiona el amor, no se rinde cuenta, no se exige, se da. ¿Pero la sociedad nos enseña esto? Por desgracia, la sociedad dicta los mismos fundamentos medievales: en ellos uno toma el poder sobre el otro, o ambos compiten en pareja por el poder, y cualquier relación perece en esta competencia. La sociedad nos enseña no el amor, sino la violencia, abandonándonos a nosotros mismos, a nuestro verdadero yo.

¿Una persona que se ha rendido a sí misma podrá amar a un niño? ¡No! Hará un trato tácito con su hijo: ¡Me debes una! ¿Podrá amar la esposa de su marido, que se considera inferior sin matrimonio? No, ella tendrá miedo de perderlo, no del amor. Y esto es lo que nos enseña la sociedad. Por tanto, hay tanta gente infeliz: la sociedad nos enseña a ser infelices. Y la tarea de cada persona es escuchar su voz interior, estudiarse a sí mismo, darse cuenta de todos sus motivos y deseos ocultos, y no intentar toda su vida buscar un reflejo de sí mismo en los ojos de la sociedad.

¡Viva sin reflejarse!

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