Escuchándote A Ti Mismo Y A Tu Cuerpo. Parte 2

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Video: EL CUERPO Y LA MENTE COMO UNA ENERGÍA parte 2 / Los secretos del aprendizaje efectivo 2024, Mayo
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Anonim

La conciencia corporal tiene diferentes niveles. La última vez escribimos sobre observar y ser consciente de nuestras sensaciones y experiencias corporales, sobre cómo esto puede ayudar a tener un contacto más profundo con uno mismo. Ahora queremos hablar de otro nivel de conciencia corporal.

Ocurre que pasa algo y reaccionas de la misma manera que reaccionaste a situaciones similares antes, sin escuchar las sensaciones que surgen en ti específicamente en esta situación, aunque sean similares a las anteriores. Por ejemplo, su condición esta vez es diferente o las personas que lo rodean no son en absoluto iguales a la última vez, entonces las sensaciones corporales pueden ser ligeramente diferentes. Es como si estuvieras perdiendo las sensaciones desconocidas o no confiaras en ellas, temiendo esto nuevo y desconocido. Entonces, si ha cambiado, pero continúa reaccionando de la manera habitual, entonces no hay forma de que estos cambios se manifiesten, se declare y comience a actuar.

Es como si una persona hubiera usado un abrigo durante mucho tiempo. Se ha vuelto muy familiar, familiar, puede que no siempre sea cómodo, pero comprensible y conocido. Pero la vida siguió y cambió tanto que el abrigo se transformó gradualmente, tal vez se volvió más espacioso, adquirió prácticos bolsillos, cierres y hermosos adornos. Y esta persona sigue comportándose y actuando sin notar estos cambios. E incluso las sensaciones que se desprenden de este abrigo renovado, las ignora, no permite y no aprovecha todas las ventajas del nuevo, ya que para él sigue en el abrigo viejo. O, por ejemplo, un abrigo se ha desgastado y gastado, han aparecido agujeros y no se calienta en absoluto. Pero una persona ignora la sensación de frío y lo que habla de no comodidad, y está absolutamente segura de que lleva un abrigo muy bonito.

Entonces en la vida cambiamos, nuestro entorno cambia, y reaccionamos de la manera antigua y familiar, y por tanto segura, sin notar sensaciones corporales que no coinciden con las antiguas.

Por ejemplo, cuando era niño, no le gustaba comer gachas con amor y cuidado preparadas por su madre. Y todavía no lo comes de la vieja memoria. Aunque hace tiempo que han crecido, han cambiado y también han cambiado tus preferencias gustativas, y es probable que ahora la papilla te parezca deliciosa. O, por el contrario, de niño te encantaba disfrutar de la mermelada de fresa y, por costumbre, todavía la untas en rollito por la mañana, aunque esto no te aporta el mismo placer.

También con reacciones emocionales. Muchas personas desde la infancia reaccionan a los gritos y alzando la voz con contracción interna, desvanecimiento y miedo. Y continúan reaccionando de esta manera en la edad adulta, sin notar otras reacciones. Por ejemplo, además del desvanecimiento y el miedo, puede sentir el calor subir por el cuerpo y el impulso de adelantar la pierna; un impulso de gritar, huir, apretar los puños o lo que sea.

Es la atención a las sensaciones corporales y sus matices en situaciones diferentes y similares lo que ayuda a notar estos cambios y a admitir la posibilidad de reaccionar de manera diferente.

Te ofrecemos un pequeño experimento: observa tus sentimientos, impulsos y reacciones en situaciones similares. ¿Serán iguales las sensaciones e impulsos corporales o serán diferentes y en qué se diferenciarán? ¿Qué cambiará si prestas más atención a las nuevas sensaciones? ¿Cómo cambiará tu comportamiento?

¡Estaremos encantados de recibir sus comentarios y observaciones!

Tu Natalia Fried

El artículo fue escrito en colaboración con Aida Abramova, copresentadora del grupo "El cuerpo como recurso".

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