¿Por Qué Me Siento Abandonado?

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¿Por Qué Me Siento Abandonado?
¿Por Qué Me Siento Abandonado?
Anonim

Sentirse abandonado es una de las causas más comunes de malestar e insatisfacción en la vida. La experiencia siempre se basa en una situación desfavorable que podría surgir durante el desarrollo intrauterino, en la infancia o la niñez, y la mayoría de las veces no es un rechazo deliberado, sino algún tipo de acción por parte de los adultos, que el niño percibe como rechazo. Por ejemplo: ausencia de un padre; mamá cansada y con exceso de trabajo; padres fríos hacia el niño; el nacimiento de un hermano o hermana menor; la muerte de un abuelo o abuela, a quien le tiene mucho cariño

Para algunos, estos eventos pasan sin consecuencias especiales, mientras que para otros son traumáticos.

¿Por qué está pasando esto?

Cada uno de nosotros tiene experiencia en la separación. Con el tiempo, el niño nota que mamá y papá no siempre están a su disposición, listos para satisfacer todos los deseos sin excepción. Los niños viven este momento de diferentes formas. Los padres, a su vez, o bien notan, tienen en cuenta las vivencias y miedos del niño, o por diversos motivos (estilo de crianza; falta de tiempo, atención, sensibilidad) solo aumentan su ansiedad. En este caso, mamá y papá no logran mantener la separación de los niños para que no pierdan la confianza y la sensación de seguridad, la mayoría de las veces debido al hecho de que los propios padres no tienen una experiencia positiva en esto.

Un episodio tan traumático suele olvidarse, porque, como nos parece, no hay nada más normal y natural que el nacimiento de un hermano menor, o, por ejemplo, unos padres que trabajan mucho y pasan poco tiempo en casa. De la misma forma, nos olvidamos de las experiencias que surgieron en respuesta a estos eventos: tristeza, ansiedad, tristeza, enfado, resentimiento. Y luego, los sentimientos resultan un poco ilógicos, porque, nos dicen: “hermano es bueno”, “mamá y papá te están intentando en el trabajo”. Y la ansiedad y el enfado del niño aún persisten, y en el futuro, la sensación de que estas experiencias no son apropiadas, no se adecuan a la situación, no debe surgir y, lo más importante, el derecho a vivirlas desaparece.

Pero, incluso las emociones reprimidas no van a ninguna parte. Lógicamente, llegamos a la conclusión: como nos dejaron (abandonados), no prestamos suficiente atención, significa que no somos dignos de amor y aceptación. Y en el futuro, esta convicción será la base de todas nuestras relaciones sociales y amorosas. Así, en la edad adulta, corremos entre la hipercomunicabilidad y la hiperagresividad: aunque una persona experimenta una profunda necesidad de ser aceptada y amada, sin embargo, inconscientemente provoca el rechazo en su dirección, convenciéndose de que tarde o temprano todavía tendrá que reunirse con él en las relaciones., porque eso es lo que pasó en la infancia. Un círculo vicioso que conduce a comportamientos paradójicos. Por ejemplo, un hombre adulto exitoso que hace un gran esfuerzo para ser un empleado profesional muy respetado y respetado en el trabajo, pero al mismo tiempo sacrifica su vida personal; como un adolescente que no deja de resistirse a los padres y al mismo tiempo siente la necesidad de su amor; como un niño muy comedido que hace todo lo posible para no interferir, no contradecir y no disgustar a su madre, pensando que solo en este caso ella lo amará. Este comportamiento se basa en el miedo al rechazo y al miedo al abandono.

Hay relaciones especiales donde el trauma del rechazo se vuelve aún más pronunciado: esta es la relación en pareja, el enamoramiento y el amor, el momento en que hay un aumento de la sensibilidad.

La pareja es exactamente el lugar donde implementamos todos nuestros comportamientos que adquirimos en el pasado, proyectando nuestra ansiedad infantil en la pareja. Por ejemplo, un hombre que vive con el temor de que su esposa lo deje, y comienza varias aventuras paralelas con otras mujeres "por si acaso". O una chica que sueña con una relación a largo plazo ya se ha escapado de los hombres varias veces cuando le ofrecieron casarse, porque tiene miedo de no estar a la altura de sus expectativas. Este sufrimiento tiene dos orígenes: el miedo a no estar a la altura de las expectativas de la pareja y la creencia de que la ruptura es inevitable. Y cuando ocurre tal situación, se percibe como una prueba más de que no somos dignos de amor.

¿Qué pueden hacer los padres?

Hoy en día existe una gran tentación de proteger a nuestros hijos de este tipo de experiencias a toda costa. Pero tenga cuidado de no irse a los extremos, el equilibrio es muy importante. Se trata de asegurar que el niño tenga una experiencia de separación positiva sin perder la confianza en los padres y sin enfrentar miedo y ansiedad intensos. Así como el deseo de los padres de hacer que un niño sea más independiente antes de que esté preparado para ello es peligroso, del mismo modo, la sobreprotección conduce a un sentimiento de abandono. Desde temprana edad, es útil darle a su bebé algo de tiempo para que se explore a sí mismo, desarrolle su creatividad, espontaneidad y curiosidad. Ahora hay una tendencia a sobreocupar al niño con algo, a estar constantemente cerca, sin detenerse a explicarle todo lo que sucede a su alrededor, a anticipar acciones y estados, privándolo así de la oportunidad de pasar por su propia nueva etapa. experiencia y capacidad para afrontar la soledad en ausencia de los padres.

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¿Qué deben hacer los adultos?

En la edad adulta, es importante que tengamos en cuenta el hecho de que NOSOTROS MISMOS provocamos con mayor frecuencia el rechazo, porque este mecanismo se ha afianzado desde la niñez: tratamos el mundo de una manera que nos es familiar, lo hacemos de manera inconsciente, porque no se como hacerlo de otra manera … Y la tarea no es apresurarnos a tomar ninguna acción en cada caso concreto, sino intentar notar en qué situación nos encontramos, qué tipo de persona está a nuestro lado, qué y qué experiencias nos mueven cuando queremos actuar de una manera o de otra. otro.

No te apresures a hacer movimientos bruscos, escúchate a ti mismo: ¿qué estás viviendo y cuáles son los orígenes de estas experiencias?

Para hacer esto, necesita desarrollar sensibilidad, lidiar con el resentimiento, la ira, la ansiedad y el miedo, con todos los sentimientos que estaban "congelados" en la infancia. Fíjate en ellos, preocúpate, habla de ellos, recurre a otro, comparte, pregúntale qué le está pasando a tu pareja, cómo se siente. Después de todo, no somos niños pequeños y ya tenemos muchos más recursos para mantenernos en contacto, ser conscientes y hablar de nosotros mismos.

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